miércoles, 3 de junio de 2009

El día que dejé de ser humano


Siempre fui una mala persona de esas que no tiene escrúpulos para nada. Mi único objetivo en la vida era el dinero y el poder y nunca me detuve ante nada ni ante nadie.
Realmente yo carecía de moral o no tenía concepto de lo que era obrar mal. Para mi el bien era todo aquello que me beneficiaba. Tampoco creía en las religiones o más bien nunca me preocupó si había otra vida después de la muerte porque lo mío era vivir el momento.
….
…,
….
Aquel día desperté con una sensación rara. Traté de moverme pero no puede. Luego quise situarme donde estaba pero solo notaba tinieblas. Mentalmente quise sentir todos mis órganos y extremidades, como hacen los expertos en yoga, pero me fue imposible concentrarme. Me notaba diferente, como de cuerpo frío y estático, inmóvil, más mineral que animal. Poco a poco comencé a ver pero mi inmovilidad era absoluta. Lo que alcanzaba mi vista era una superficie lisa y blanca solo alterada su superficie por una lámpara de esas de tipo plafón. Mis otros sentidos empezaron a reaparecer. De momento ya notaba mi cabeza y mi boca pero, cosa extraña, esta era muy grande y con movilidad solo del maxilar superior. Seguía sin notar mis extremidades y mi piel la notaba lisa y fría. Poco a poco los sentidos del oído y del tacto fueron recuperándose.
Noté como cosquilleo en mi vientre debido al roce de unas patitas y unas antenas, Díos mío, pensé, ¿será una cucaracha?, y o sin poder moverme. De repente el bicho huyó porque un ruido hizo su aparición y la luz de la lámpara se encendió.
Observé como alguien abría mi boca de par en par y yo no podía hacer nada para impedirlo. Luego un chorro amarillento de sabor ácido y algo caliente entró hasta mi garganta. Sentí náuseas pero seguía sin poderme mover. Al poco escuché un ruido y mi boca se llenó de agua fresca, ¡qué placer!, cerrándoseme la boca y viendo como de nuevo la luz se apagaba.
Pasaron unas horas hasta que, de nuevo se encendió la lámpara y pude vez como otra vez me abrían la boca. Lo que pasó luego me dejó atónito. Sobre mi boca se sentó algo carnoso y fofo, de bastante peso. Luego la misma sensación de líquido caliente, el caer de cierto residuos malolientes y un aire nauseabundo precedido de un sonido como de pequeña explosión.
Y ahí lo comprendo todo. El accidente de coche, la parada cardiaca en aquel hospital de la India. Los consejos de aquel santón indú que me decía que la metempsícosis o trasmigración de las almas es un hecho probado y que se subía de nivel se bajaba según nuestro comportamiento en la vida precedente.
Y yo había sido tan malo, tan perverso, tan inmoral que al morir debido al accidente me había convertido en un retrete y ahora todo el mundo iba a dejar sus inmundicias en mi boca, sin poder yo evitarlo. Al menos, espero que en la próxima vida recuerde esto para no volver a las andadas.

No hay comentarios: