miércoles, 29 de octubre de 2008

Cuentos de Halloween III: Me llamo Oliverio y vivo en el cementerio






Uf cuando me morí creía que era el final porque yo era ateo y no concebía la vida eterna. Bueno, vida eterna no tengo, pero si una muerte eterna que es de lo mas interesante.
Yo vivía en una gran ciudad pero me enterraron el el pequeño cementerio de mi pueblo de apenas 10 hectáreas. Allí podéis visitarme, en el nicho 345N, tenéis vuestra casa, ejem. Es una tumba pequeña en la que apenas quepo porque o soy un muerto humilde. Era mi destino, vivía en un adosado y muero en un nicho adosado.
Pero aquí hay también un par de familiares de mármol con tumbas de letras doradas donde viven o mejor dicho mueren los pudientes, como don Ricardo, el terrateniente que se fue al otro mundo mientras yacía con la doncella y lo encontraron tieso, y nunca mejor dicho, sobre ella, mientras la pobre chica no paraba de gritar. Tuvieron que aserrarle el miembro para que cupiera en el ataúd. A eso se le llama una muerte dulce, jejje. Todavía por las noches le vemos persiguiendo a “esqueletas”, porque como dice el refrán: “genio y figura hasta la sepultura”, y yo añado “y después”.
De mis tres amigos de la infancia, Antonio, Juan y Miguel solo queda este último por morirse. Y la verdad es que estamos deseando que deje el mundo de los vivos porque era el mas divertido del grupo y está especializado en chistes de muertos con lo que el cementerio ganaría en alegría pero que mucho.
Aquí hacemos vida de noche que es cuando despertamos, como seres invisibles para los vivos. Organizamos tertulias, debates, fiestas y lo pasamos “de muerte”. Los creyentes dicen que esperan el día del juicio final y yo, que voy a acabar por creerlo, pienso que será divertido porque aquí cuando despierte estaré entre amigos así que menos mal que no me enterraron en la capital entre tanto desconocido.
Bueno, os dejo que esta noche me toca encender los fuegos fatuos a mi. Y luego he quedado con la de la tumba 123F que me muero por sus "huesos".
Oliverio, para servirle, en este cementerio.

2 comentarios:

BELMAR dijo...





«¿Qué es el ser humano sino un niño
descolgándose del trapecio celeste?»


Belmar

Mimí- Ana Rico dijo...

Genial!!!