viernes, 21 de marzo de 2008

Andrea

Andrea Andrea era una chica de mi empresa, del departamento de Compras. Mas de una vez tuve un enfrentamiento con ella debido a temas de trabajo porque su carácter mandón chocaba con el mío mas conciliador pero muy celos de mis tareas. Durante tres años hablamos mucho pero nunca la conocí personalmente porque cuando iba desde mi ciudad a las oficinas de la capital nunca se me ocurrió pasar a verla. La imaginaba con bigote y aspecto de solterona. Un día mi empresa dio una fiesta por Navidad e invitó a todos los empleados que fuimos esa tarde a la capital para asistir a ella. La fiesta fue un éxito y, estando en la barra del bar oí que alguien llamaba a una chica “Adrea” a mis espaldas. Me giré y vi a una chica rubia, alta, de buen tipo y muy guapa. ¿Eres Andrea de compras?., le pregunté algo desinhibido por los tres gin tonics que llevaba ya en mi estómago. Si y tu eres Oscar, me sorprendió… Charlamos animadamente y sentí que la imagen que me había forjado de ella era totalmente opuesta a la realidad. Reímos y charlamos durante casi dos horas y al final unas amigas la llamaron y se marchó. En la conversación me dio que le gustaba la comida sencilla pero de calidad y los restaurantes de estilo minimalista entre otras muchas cosas. Pasó un mes y, teniendo planeado un viaje a Madrid me armé de valor y la llamé. De sopetón le dije te invito el jueves a almorzar y ella con toda naturalidad aceptó con la condición de no hablar de trabajo. Quedamos a mediodía y fuimos aun restaurante sencillo a unos pasos del trabajo. Sintonizamos enseguida por lo que volvimos a comer mas de una vez que fui a la capital. Luego alguna vez le propuse ir a cenar y aceptó. Nos hicimos amigos, mas que amigos porque la tercera vez que cené con ella la acompañé a la puerta de su casa y al despedirme de ella nos besamos. Un día la llevé a cenar a un elegante restaurante el Boston café en un lugar muy céntrico. El local de estilo minimalista, luz tenue y todo el mobiliario de de diseño era el marco adecuado para una conversación agradable. Andrea iba vestida con un traje de gasa muy vaporoso que inducía a pensar en sueño muy agradables. Yo iba de sport con chaqueta y polo. A veces al movernos sus piernas rozaban las mías lo que me producía una agradable sensación. En un momento ella me miro y me dijo: “voy sin bragas, compruébalo”. Yo me quedé estupefacto pero pasé mi mano bajo la mesa pero como estaba frente a mi no conseguía alcanzarla. En esos momentos apareció el camarero con la carta y me tuve que agachar disimulando como si se me hubiese caído algo. La visión fue espectacular. Andrea llevaba puestos medias hasta la mitad del muslo y, con las piernas abiertas dejaba entrever su sexo depilado y sonrosado. Un leve aroma de mujer invadía aquel espacio. Fue un instante en el que me sentí transportado al paraíso, un instante breve, pasado el cual me incorporé y me cambié de sitio situándome a la derecha de ella. Comenzamos la cena y yo sentía como su rodilla izquierda chocaba con mi derecha dándome un agradable masaje. Y yo deslicé mi mano izquierda bajo la mesa. Alcancé su rodilla y sentía el agradable tacto de sus medias. Seguí avanzando a través de sus muslos alcanzando el final de la media y tocando su piel suavísima. Poco a poco mis dedos la acariciaban e iban alcanzando el final del viaje. Llegaron al pliegue de su ingle y pude sentir su humedad. Luego proseguí hasta alcanzar su vulva. Andrea seguía comiendo aunque tenía un rictus de placer y morbo en si cara y me miraba de reojo. Un dedo entro en su sexo y pude sentir la calidez y los fluidos de ella. Estaba caliente tanto como yo. Acaricié su clítoris en círculos notando como ella cerró sus piernas para sentirme mas y luego introduce otro dedo en su vagina para estimulársela. Dejamos ambos de comer concentrándonos el nuestro placer. Ella movía sus músculos contrayéndolos para sentirme mas y yo aceleraba o iba mas lento en el movimiento de mis dedos según la notaba a ella. Pasado un tiempo ella apretó muy fuerte, sus piernas, se puso roja y me apretó fuertemente la mano corriéndose fuerte y largamente. Fue muy bello sentirme unido a ella y darle placer. Saque mis mano de debajo de la mesa y la chupé para tener algo de ella dentro de mi. Ella se levantó, me dio un piquito y me dijo, “voy a empolvarme la nariz”. Y yo aproveché para desacelerar mi corazón y bajar la hinchazón que marcaba mi pantalón... Acabada la cena fuimos a un bar de copas en el centro de la ciudad, un lugar también moderno y muy agradable. Estaba lleno de gente por lo que, cogiéndola de la mano, la llevé hacia la barra. Allí para protegerla del gentío la puse contra la barra y la abracé. Su cuerpo y el mío formaban una sola unidad. Pedí las copas y seguimos así yo abrazado a ella notando como mi sexo crecía tanto que tuve que meter disimuladamente la mano y ponerlo para arriba. Al volver a abrazarla ella sintió mas presión de mi sexo y estampó un beso en mis labios. Yo despacio pasé la mano por detrás de su falda y la deslicé a través de sus glúteos. Sentía su culito redondo y hermoso entre mis manos y estaba en la gloria. Un dedo alcanzó su raja y poco a poco se deslizó hasta su esfínter. Lo acaricié y poco a poco fui presionando en su centro hasta penetrarla levemente. Ella abría las piernas y me abrazada entregándose totalmente a mi. Con mi otra mano le alcancé su sexo y acaricié su clítoris. Y de esta manera, masturbándola, se corrió mientras mi boca y la suya se buscaban. ........ ....... Fue conocerla y experimentar mil y una sensaciones jamás vividas. Cada uno teníamos nuestro propio pasado que se desvaneció al conocernos. Al estar con ella sentía como que mi vida arrancó aquel mismo día que nos conocimos. Aquella noche me llevó a su casa, era la primera vez que lo hacía. Una casa coqueta, elegante en la que destacaban la personalidad que ponía ella con el predominio de los colores blanco y azul, sus preferidos.. y los míos. Era un apartamento pequeño, con cocina, sala de estar cuarto de baño y un dormitorio con una gran cama y un ventanal porque que se podía ver un parque inmenso. Multitud de estrellas decoraban el cabecero de la cama y las paredes. Estrellas de todo tipo de olor forma y tamaño sobre un fondo azul celeste. Andrea me enseñó toda la casa y luego en el salón me besó con dulzura. luego, siempre mandando, me desvistió poco a poco, la camisa, los pantalones, los boxers, los zapatos y calcetines, el reloj...mientras lo hacía iba besando cada centímetro de mi piel con una dulzura y sosiego infinitas y de vez en cuando me daba pequeños mordiscos. Yo me dejaba hacer con los ojos cerrados. Luego me llevó al dormitorio y me dijo que me tumbara boca arriba. Ató mis manos sobre mi cabezas a unas esposas fijadas en el cabecero de la cama y mis piernas abiertas a los pies con unas cuerdas. Me miró y, poniendo una música suave empezó a desnudarse delante mía mientras contorneaba su cuerpo. Tiró por los aires sus zapatos de tacón negros, se puso de espaldas y elevando los brazos se quitó el suéter. Luego dándose la vuelta, pude observar su sujetador de encaje negro y como poco a poco la falda caía sus pies dejándome ver una braguita a juego y unas medias negras a medio muslo con ribetes transparentes. Andrea tenía un cuerpo de diosa. Bien proporcionado, con un vientre plano, una piel de seda pechos en su exacto tamaño con areolas pequeñas, muslos delgados, un culo estupendo y un sexo depilado, precioso y de labios gruesos. Comenzó besándome lentamente los labios y siguió por todo mi rostro, cuello, pecho y vientre mientras las yemas de sus dedos acariciaban mi piel. Todo en ella era suavidad y ternura. Sus ojos me miraban como nadie lo había hecho nunca, incisivos, clavándose en mi , una miraba que derrochaba amor y deseo. Encendió el vibrador y lo pasó por mi cuello, luego por mi ombligo, la cara interior de mis muslos y por fin sobre la punta de mi sexo llevándome a la gloria. Luego me acarició el esfínter anal y, poco a poco, me lo introdujo dentro de mi mientras no dejaba de mirarme. Yo hice intención de besarla y ella acercó sus labios a los míos recibiendo el beso mas bello que nunca sentí. Andrea se sentó sobe mi engullendo todo mi sexo golosa y altiva como una diosa. Sin dejar de cabalgarme me aplicaba el vibrador mientras sus ojos buscaban los míos. Y Andrea entre convulsiones se corrió con sus ojos clavados en los míos. Luego descabalgó y sus manos se asieron a mi sexo masturbándolo con avidez. Y fija mi vista en la suya chorros de esperma salpicaron su rostro y senos mientras yo no paraba de decirle te quiero. Acostaba junto a mi soltó mis ataduras y nos abrazamos. Nunca he querido tanto

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